domingo, 16 de septiembre de 2007

Melina Curia, "Los niños y adolescentes: sus consumos culturales"

Entrevista a Melina Curia, licenciada en Ciencias de la Comunicación

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”Los niños y adolescentes: sus consumos culturales”

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Los consumos culturales de los niños y de los adolescentes son un elemento central en la construcción de las identidades. Música, lecturas y televisión aparecen como los principales consumos y tienen características particulares. Entrevistamos a Melina Curia, licenciada en Ciencias de la Comunicación, especializada en el área de Comunicación y Educación, autora de Cultura Infantil e Identidad: una mirada cualitativa desde la experiencia de los niños, tesis de licenciatura.

Teniendo en cuenta la investigación que usted realizó ¿cuáles son los principales consumos culturales de los chicos?

Melina Curia: Los niños y niñas de un promedio de diez años de edad y de clase media que han crecido en la década del noventa y en estos primeros años del nuevo siglo en la Argentina, constituyen un colectivo de pertenencia, reconocimiento y diferenciación que comparte gustos y valores afines ligados a unas adscripciones identitarias similares.
En líneas generales en la investigación realizada en los meses de junio / julio y agosto del 2003, se encontró una población inclinada a preferir programas de televisión no destinados específicamente a la infancia y emitidos en horarios nocturnos (Los Simpsons, Costumbres Argentinas, Rebelde Way), y al mismo tiempo un extendido gusto por la lectura, esta vez sí de ejemplares destinados a los niños (el ganador absoluto fue por supuesto Harry Potter, dato reforzado por la descomunal fortuna de su escritora que superaría en suma total a la de la reina de Inglaterra).
Se evidenció un bajísimo consumo de revistas, probablemente por la disminución considerable del poder adquisitivo de la clase media, y una predilección casi unánime por los videojuegos, confirmada esta última en la elección mayoritaria del local de videogames como lugar de paseo favorito, aún antes que el cine. Con respecto a este último consumo y de manera previsible, casi la totalidad de las películas mencionadas es de procedencia estadounidense, repitiéndose una tendencia remarcada por varios estudios y que llevó a la postulación de las tesis de la americanización del gusto colectivo.
Con respecto a un consumo muchas veces ligado a tiempos pasados como es la radio, un considerable porcentaje declaró que nunca escucha, pero al mismo tiempo una gran mayoría de los que sí lo hacen consumiría cotidianamente aquellas emisoras cuyos rankings musicales están encabezados por los grupos pop, luego señalados como favoritos. Es interesante constatar en cuanto a las disponibilidades, que estos niños de clase media suburbana cuentan en su mayoría con computadora personal en la casa, pero están en gran parte desconectados a Internet, al menos en sus propios hogares.

¿Qué grupos musicales fueron los más elegidos por esos niños? ¿ Qué modelos de identidad presenta esa oferta cultural?

La oferta musical preferida de los niños, al menos durante los meses que duró la investigación, estuvo concentrada en dos grupos pop: Bandana y Mambrú.
En las entrevistas en profundidad pudo encontrarse que la mayoría de los niños había conocido a sus grupos predilectos a través del casting televisado Popstars, razón por la cual se le prestó atención a todo el fenómeno en sus múltiples y variadas dimensiones. Teniendo en cuenta entonces, el programa de TV, entrevistas realizadas a los cantantes, las letras de los discos lanzados, y toda la parafernalia de productos asociados, pudo encontrarse cierta fórmula ligada al éxito y a la realización personal y una particular retórica de los sueños a cumplir, mil veces repetida y sostenida por los sólidos cimientos de una estrategia comercial hábilmente diagramada. Todo un conglomerado de entretenimiento integrado, conformado por multinacionales discográficas y televisivas, que derivaron a su vez en la fabricación de innumerables productos, lanzó una fórmula pop desterritorializada y de probado éxito, conformada con artistas e historias locales que habrían potenciado la identificación de los consumidores. En líneas generales en el modelo de identidad de esa oferta pudieron encontrarse valores individualistas, que prescinden del otro y evitan toda alusión al hacer colectivo; valores inmediatistas, que contrastan con los largos plazos y las recompensas diferidas de la educación formal y la cultura letrada; valores meritocráticos, basados en el mito de la igualdad de oportunidades en un contexto sociohistórico marcado por procesos de creciente exclusión y desigualdad social. Esos valores habrían configurado un paisaje imaginativo y unos signos de identidad que exaltarían una particular forma de entender el éxito y fijarían ciertas imágenes del estilo de vida deseable.

En este sentido, ¿qué lugar ocupan estos consumos culturales en la conformación de la identidad infantil?

La categoría de identidad (al igual que otras categorías entre las cuales se encuentra la de Infancia) se ha desplazado de posturas más esencialistas, hacia perspectivas que la comprenden como una construcción claramente histórica. La identidad fue gradualmente despegada de una ontología cerrada que la ligaba al “ser nacional” o al lugar ocupado en las relaciones de producción para ser entendida desde su inestabilidad y multiplicidad de referentes. La forma en que diversos autores adjetivan a este concepto puede dar cuenta del cambio: Grimsom habla de la emergencia de identidades fragmentadas; Lucía Rabello de Castro, una investigadora brasileña, prefiere calificarlas comodescentradas; Renato Ortiz hablaba pioneramente de identidades planetarias; García Canclini se refería a la inestabilidad y a las múltiplesnegociaciones, transformaciones e imposiciones que sufriría, en tanto construcción procesual.
Tomando la definición dada por Renato Ortíz, quien se ocupó de resaltar los aspectos relacionales y la virtualidad que la caracterizaría (en términos de Lèvi Strauss), toda identidad es “una construcción simbólica que se hace en relación con un referente” y los referentes serían siempre y necesariamente múltiples y variables. La posibilidad de pensar a las identidades como construcciones históricas permite indagar en las relaciones de poder, competencia y conflicto que operan en las diferentes situaciones. Ahora bien, numerosos autores hablan del consumo como uno de los principales referentes a partir del cual se configuran las identidades en la modernidad tardía. García Canclini postula que lejos de descartar las referencias socioespaciales que inciden en la construcción de las identidades, se debería poder complementar las mismas con definiciones sociocomunicacionales, dadas por el predominio de la lógica del mercado y las industrias culturales. Debido justamente a esa inestabilidad y transitoriedad introducida por objetos que no cubren sólo necesidades, sino que inciden en la construcción de los sujetos y en la demarcación de grupos de pertenencia y reconocimiento, algunos autores han planteado la posibilidad de pasar de la idea de identidad a la de identificación. Lucía Rabello de Castro toma la idea de Michel Maffesoli en la cual postula la necesidad de sustituir la lógica de la identidad, propiamente moderna, por la de la identificación que daría cuenta de las máscaras múltiples y fluidas de nuestros días.
En síntesis, de los múltiples referentes que inciden en la construcción de las identidades, la edad y el consumo cultural aparecen con un peso preponderante a la hora de definir gustos, paisajes imaginativos, valores y prácticas. Estos últimos elementos culturales configuran cierto modo de reconocerse y diferenciarse respecto de un otro constitutivo. La transitoriedad y la fragmentación que caracterizarían a las distintas adscripciones identitarias en estos tiempos de predominio de la lógica del mercado y de avasallamiento de las industrias culturales, no deberían en ningún caso impedir que se indague en las perspectivas y valores en los que se reconocen o diferencian los sujetos de la modernidad tardía.

¿Qué tendencias fundamentales encontró en el análisis de las prácticas de consumo cultural infantil?

M.C.: Desde la experiencia de los niños y niñas entrevistados se evidenció la existencia de una mirada predominantemente emocional o afectiva sobre sus consumos culturales, por sobre una comprensión de los mecanismos materiales y mercantiles. Los niños y niñas mostraron una gran comodidad a la hora de referirse a rasgos de la personalidad de sus artistas favoritos o de aquellos no merecedores de su simpatía –identificaciones y contraidentificaciones– pero presentaron serias dificultades cuando tuvieron que referirse a cuestiones de índole material y de la operatoria del mercado y de las industrias discográficas o televisivas.
La mayoría de los niños y niñas encontraron obstáculos y se mostraron contrariados cuando tuvieron que detectar los temas o mensajes principales de unos productos, o reconstruir la secuencia de un relato previamente consumido, como el de la película de Bandana o los videoclips.
También aparecieron ciertas lecturas hegemónicas y literales y en algunos casos un vacío de opiniones sobre determinados temas.
En cuanto a prácticas específicas y disponibilidades, se encontró que nenas y nenes escuchan y prefieren escuchar música solos, que tienen sus cuartos decorados con pósters y cuentan en su mayoría con cassettes, CDs, walkmans y equipos de música propios. Pudo verse que en las fiestas con chicos de su misma edad no siempre tienen incidencia en la musicalización, pero de tenerla lo predominante es el género pop. Los adultos más alejados en la línea generacional, aparecieron como antagonistas en cuanto a los gustos musicales, pero no tanto así los padres, quienes realizarían críticas de los productos escuchados por sus hijos, sin por eso dejar de compartir momentos de escucha, bajo la condición de respetar ciertas restricciones.
El alter de las adscripciones identitarias de la muestra con relación a los consumos musicales fue por unanimidad la cumbia villera. La propuesta axiológica y significativa de esta música habría sido puesta en oposición a la de los grupos favoritos, marcándose un proceso de diferenciación con respecto a la primera y de reconocimiento y pertenencia con respecto a la segunda.
El otro blanco atacado fue el programa de TV Rebelde Way, y aquí se encontró un posible nuevo alter no social sino etario, la adolescencia. Pero también se detectó la existencia de cierto rasgo autoprotector o conservador de la infancia, que se pondría sus propios límites frente a mensajes no considerados afines a sus intereses.

Entrevista: Valeria Dotro, de Fundación Leer para EducaRed Argentina

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